Los Buissonnets, con la casa de la calle de San Blas, constituyen el santuario ideal de la familia francesa. Después de Nazareth y de Betania ¿hay muchos lugares donde haya sido más amado? Este padre que aceptó heroicamente dar al cielo, con su esposa, cuatro de sus hijos, y, luego, consagrar a la inmolación del claustro a las otras cinco, en ninguna parte se sentía más dichoso que en su propia casa, circundado por la hermosa corona de todas sus hijas.

Con otros tantos golpes de gracia impuso a cada una un sobrenombre que su ternura matizaba con particular acento.

Una cosa es real, a saber, que con los medios y el espíritu de su época, sabiendo por otra parte unir la vida interior con las obras de misericordia, el apostolado circunstancial y su participación en la actuación parroquial, el hogar del Sr. Martin ofreció a sus contemporáneos y también a las generaciones futuras el testimonio perfecto y esplendoroso de una familia netamente cristiana en la cual el Evangelio vivido en su integridad alcanza la perfección del amor.